- colección
-
El Jardín de Epicuro - Ficción
- autor
- Raymond Queneau
- traducción
- Manuel Arranz
- portada
- Ignacio Lobera
- páginas
- 236
- número
- 92
- ISBN
- 978-84-949989-8-0
La alegría de la vida
«Queneau es un escritor francés único». Danilo Kis
Valentín Brû, después de pasar cinco años en el ejército como soldado raso, decide no reengancharse y volver a la vida civil. Hombre de costumbres fijas, aficionado al vino blanco con sifón, sin ambiciones ni oficio, ha pensado en ser barrendero para ganarse la vida, cuando el sargento Bourrelier le hace una proposición que resolverá todos su problemas. El exsoldado Brû no tiene más que casarse con la dueña de la mercería de la rue Gambetta, Julia Julie, que se ha fijado en él. Su hermana, Chantal, «un pibón», según el sargento Bourrelier, ha ido a verle para informarse, y al parecer da la talla: no bebe, no juega, no va con mujeres. Sólo hay un problema, insignificante: Julia Julie es unos veinte años mayor que el exsoldado Brû. Pero ¿acaso el amor no es ciego? ¿Es que va a poner pegas a una proposición semejante? «Un pequeño comercio, eso no se rechaza», insiste Bourrelier. Valentín regentará la mercería y más tarde se hará vendedor de marcos de fotografía. Lector asiduo de Marie Claire, renuncia a ampliar su negocio para no perjudicar a sus vecinos. Tras un accidente de su esposa Julia, Valentín, bajo la identidad de madame Saphir, se dedicará con notable éxito a la adivinación. Mientras tanto, la guerra se avecina. La alegría de la vida (1952) sería llevada al cine en 1967 por Jean Herman.
Esta obra ha recibido una ayuda a la edición del Ministerio de Cultura y Deporte
- colección
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El Jardín de Epicuro - Ficción
- autor
- Raymond Queneau
- traducción
- Manuel Arranz
- portada
- Ignacio Lobera
- páginas
- 236
- número
- 92
- ISBN
- 978-84-949989-8-0
"No deberíamos dejar escapar la oportunidad que se nos presenta ante la edición de una de sus obras más accesibles para el público general, una obra que se aleja del pesimismo y la visión sombría de sus primeras novelas, en la que se vislumbra, como el título deja entrever, un atisbo de alegría ante las sorpresas que la cotidianidad nos aporta."
" El humor y la ironía recorren toda la esperpéntica narración que no ceja en deparar sorpresas al lector como la postrera mudanza laboral de Brû convertido temporalmente en pitoniso."
"Tal vez la vida no sea tan alegre como nos promete el título, pero hay que seguir. Puestos a ello, mejor tomárselo con humor. Un pequeño rincón de París (o de Burdeos) puede ser suficiente para crear un mundo tan vivido que solo puede ser cierto. Como el lenguaje, forzado, reforzado, para lograr atrapar esa espuma de los días. Hemos visto y leído muchos retratos de aquel periodo, entre guerra y guerra, pero tal vez este sea el más cierto (este, estos,… el escritor frecuentó esos años alguna que otra vez, incluso con él mismo como protagonista)"
"Me han encantado los personajes, he disfrutado con todos, Julia que quiere disfrutar de la vida, su hermana Chantal, Paul, su serio cuñado funcionario pero sobre todo Valentín Brû.
Una novela con un gran sentido del humor,un lenguaje sencillo y directo."
"La narración se nos presenta como una serie de divertidas escenas concatenadas con largos diálogos entre los personajes, lo que hace que el libro más que una novela, a veces parezca una obra teatral. Una obra que podría, desde luego, adaptarse a nuestros tiempos pues, en esencia, la trama habla de temas universales: el amor a pesar de las diferencias, la guerra, la familia…"
"En todo caso hay que dejar bien dispuestos los receptores de la sátira, del sentido del humor y de la descodificación, y aprestarse a disfrutar aunque se nos escapen algunas de las chanzas que va soltando a lo largo del camino. Cualquiera de sus textos sirve, pero esta Alegría de la vida (Le Dimanche de la vie, 1952) (apercibimiento al lector: no hay que fiarse ni del título) contiene algunos de los recursos que la historia de la literatura está obligada a reconocerle."
"Los diálogos son pícaros, nada ñoños, de un dinamismo admirable. El escritor francés tiene buen oído para los diálogos, y cuando enfrenta a unos y otros personajes siempre consigue hacernos reír.
Recomendación sin restricciones"